domingo, 26 de abril de 2015


Estaba a tener aulas sobre viajes al extranjero en mi curso de español, cuando mi maestro habló sobre viajar solo. En esos días estaba yo a salir de vocaciones y a planear a dónde ir y con quién… Había en mi un poco de miedo de viajar solo a un país extranjero (tenía planes de ir a Buenos Aires), pero era exacto lo que necesitaba, desfrutar las vocaciones para practicar mi español, hasta porque hay pretensiones de ser una secretaria bilingüe.

Lo que dije mi maestro me dio coraje para empezar mi viaje solo mismo y dar secuencia en mis metas de ir a una región donde podría hablar español. Lo que sería una semana increíble y lo fue. Por no conseguir el viaje a Buenos Aires, lo decidí ir a Puerto Iguazú en Misiones, Argentina, en la frontera con Brasil. 

Planeaba ir en avión desde Sao Paulo a Foz, y desde allí tomar un taxi o el autobús para el lado argentino y permanecer allí.  Pero, los hoteles estaban muy caros y el sitio  de busca, siempre me ofreció opciones en hoteles brasileños,  lo que me dio la idea de hospedarme en lado brasileño y atravesar la frontera para pasar los días en Puerto Iguazú para intentar la opción de hablar español y fue lo que hijo, quedé en un hotel en la Avenida de las Cataratas y por la mañana pegué un autobús para la ciudad de Puerto Iguazú.


La ciudad se asemeja a un poblado, muy pequeña y case deserta por la mañana, exepto por los turistas brasileños que vinieron conmigo en autobús y los comerciante locales.



 Yo caminé por la galería, por la calle a donde hablé
 con algunas personas y vi que ellos no comprendían mi español y hablaban portugués. Pero yo, necesitaba practicar español con alguien… Busque las librerías y estaban cerradas. - ¿Cómo puede ser esto, por las 13 horas de la tarde? 

Sigo mi caminada, y después, encontré una ferita con tiendas de aceite de oliva, vinos, aceitunas  y chocolates alfajores. 



  Fuera donde también encontré una señora mui atenciosa que me dejo usar el baño y con quién pude practicar la tan querida lengua, el español, por supuesto. Ella me hizo saber que las librerías reabren as 17 horas. – ¿Quién ha oído hablar de esto? 
                                                                                      
                                                                                                  

                                                            La ciudad tiene sus actividades por la noche,
donde hay muchos bares, restaurantes y casinos  que comienzan sus actividades al anochecer. 

Dentre ellos hay algunos mui famosos como el ‘Icebar Iguazú’. 

 




 En esa tarde caliente y cargada,  tomé la acera de un bar donde bebió un hoop’, escuchando jazz.












   
Es como mi autobús a Brasil se encera cerca de las veinte horas y no me sentí segura en atravesar la frontera por la noche en un taxi, volví a Brasil por las diecinueve horas.
               
En días que se seguirán no más volví al lado Argentino, más en mis caminadas por Fóz do Iguassú, conocí chilenos, rumanos, con quién pude hablar español.


Por dos días precié y desfruté de excursiones por la ‘Usina de Itaipú’ donde valle mucho conocer.


 En estos excursiones fue sorprendente conocer un padre que viaja con sus dos hijas, nos      hicimos amigos y juntos conocemos el templo budista de ‘Fóz de Iguassú’.  


Y como todo bueno brasileño también fuimos de compras en Paraguay, Ciudad del Leste donde tuvimos que cruzar el Puente de la Amistad a pie, ya que estaba en obras. Por los días que estuve allí hizo mi propia programación, caminé todo el día y volví al hotel por la noche, exhausta y feliz.

Me gustaría tener tiempo para volver y visitar el parque de aves, las caídas, el Duty Free Shop y los alrededores de Puerto Iguazú. Más como todo, llego el día de volver a mi vida normal, y lo hizo con el pensamiento que esta fuera la mejor viaje de mi vida.           

Aun que dantes estuve en ‘Fóz de Iguassú’ no hay comparaciones con esta viaje. Fue fantástica y me quedo aquí con gran deseo  hacerlo de nuevo.

Ruínas jesuítas de San Ignacio Mini. 

Gracias.
Nilva Mendes.

  

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